Sólo un maestro del sigilo y la cautela como el gato puede permanecer oculto a los ojos de sus eventuales presas, hasta que, llegado el momento, en absoluto silencio y con gran agilidad y destreza, da el zarpazo mortal.
Bueno, en el caso de este artículo, el gato en mención no ha victimado a nadie; quizá haya menoscabado un poco la autoestima de uno que otro, pero no es culpa suya, el gato es astutamente gato desde el inicio de su existencia y siempre se ha mantenido invisible a los ojos de sus buscadores.
En el desierto de Ica, en una llanura entre Palpa y Nazca para ser más exactos, un escurridizo gato ha aparecido, dejando perplejos a todos, pues ha pasado inadvertido a los ojos de la comunidad científica internacional por alrededor de 2,000 mil años. ¡Vaya gato!
Se trata de un enorme geoglifo en forma de felino de casi 40 metros de altura, recientemente descubierto (2020) en la ladera de un cerro, muy cerca de las famosas líneas de Nazca, a vista y paciencia de propios y extraños, que nada pudieron hacer frente a la astucia de este minino.
Lo anecdótico del hecho es que fue descubierto al lado de un mirador turístico natural, usado precisamente para avistar los demás geoglifos, en plena pandemia COVID 19 y a unos escasos metros de la transitada carretera panamericana, principal vía del país.
Lo particular de este geoglifo, además de su forma muy similar a la de un gato, es su antigüedad, pues según estudios se cree que fue hecho entre el año 200 y 100 a.C., es decir, muchísimo antes de la existencia de la Cultura "Nazca". Se cree, también, que fue obra de la otra gran Cultura de la zona, los "Paracas", varios siglos antes que sus sucesores, los Nazca, pueblo al que se le atribuye la construcción de las icónicas líneas de Nazca.
Esto no hace sino demostrar, a los científicos, que existió una relación muy estrecha de continuidad cultural en el tiempo entre la Civilización Paracas y la Nazca, en el uso y manejo de estos enigmáticos geoglifos que, como ya sabemos, sólo pueden ser apreciados desde el aire. Aunque en el caso de este minino caprichoso, también puede ser apreciado desde tierra firme, pues se encuentra justo en la ladera de un cerro, burlando miradas.
Al parecer el rasgo distintivo en la construcción de estos geoglifos entre una y ora cultura, es que mientras los “Nazca” hacían sus geoglifos mirando al cielo, mirando a los dioses, a ras del suelo, los “Paracas” los hacían mirando a los hombres, al pueblo y generalmente en la ladera de una colina.
Sólo con el uso de drones e imágenes satelitales de última generación se ha podido dar con el paradero de este gato perdido en el tiempo; y con un poco de suerte también, claro está, pues en plenas labores de limpieza y mantenimiento de la zona arqueológica, los científicos lograron descubrir este singular geoglifo escondido debajo de capas de tierra volcánica y piedras.
Este nuevo geoglifo hallado se suma a los casi 100 que ya han podido ser identificados plenamente en la zona y que enriquecen aún más el conocimiento que se tiene sobre los antiguos pobladores del Perú.
Sin duda este descubrimiento, de interés mundial, ayuda a los científicos a comprender mejor la vida y costumbres de los antiguos pueblos peruanos, especialmente los de esta zona, y sobre todo, a entender por qué es que hacían estás figuras gigantescas en medio del desierto. Hay muchas teorías al respecto, pero eso ya será materia de otro artículo. Mientras tanto quedémonos con este "lindo gatito", esperando que los estudiosos busquen más pistas, y den con el paradero de "otro gato" a decir del chavo.