Territorio imposible
La vida en el desierto es dura, ¡qué duda cabe! Pero es más dura aún -casi imposible diríamos- sin agua. Sin ríos disponibles, sin lagunas cercanas, sin lluvias que humedezcan la arena, sin que haya, en fin, el más mínimo atisbo esperanzador del recurso hídrico, no cabe duda que sería imposible la vida para cualquier asentamiento humano que ose establecerse en este tipo de territorio, sin contar con algún tipo de tecnología que permitiera abastecerse de agua.
Acuíferos subterráneos en el desierto
Es en estas circunstancias extremas en donde el ingenio humano, desde tiempos remotos, se ha puesto a prueba y el hombre ha buscado, a como dé lugar, obtener el vital recurso, aun cuando esto signifique rebuscar ya no en el suelo del vasto horizonte, sino, más bien, por debajo de él, en el subsuelo.
Hace casi 2,000 años, nuestros antepasados, los “Nazca” (sí, los constructores de las famosas líneas de Nazca), grandes señores del desierto, entendieron esto a la perfección. A la luz de nuevas evidencias científicas recogidas del estudio de imágenes satelitales de última generación, nuestros predecesores ya habían desarrollado un sofisticado sistema de acueductos y canales subterráneos para proveerse de agua todo el año, obteniéndola de acuíferos subterráneos provenientes de los Andes. Para lograrlo, cavaban pozos de entre 10 y 20 metros de profundidad, llevando de esta manera el preciado recurso hasta las zonas pobladas.
Hallazgo tecnológico: los puquios
Este intrincado sistema hidráulico, al que llamaban “puquio”, palabra quechua que significa “manantial”, ha dejado maravillado a la comunidad científica internacional. Rosa Lasaponara, miembro del Instituto de Metodologías para Análisis Ambiental de Italia, comenta: “La construcción de los puquios involucró el uso de tecnología particularmente especializada, pues no sólo se necesitaba un entendimiento profundo de la geología del área y de las variaciones anuales en la disponibilidad del agua, sino que el mantenimiento de los canales fue también un desafío técnico debido a que éstos se extendían a lo largo de placas tectónicas”.
No hay duda que esto posiciona a los Nazca como grandes ingenieros hidráulicos de la época (y creemos, de todas las épocas), pues los puquios estaban compuestos, entre otros elementos, por un complejo sistema de canales con gradientes perfectas que permitían el discurrir continuo del agua. Además, tenían ductos espiralados de ventilación por los cuales se podía ingresar para hacer labores de mantenimiento. Asimismo, contaban con grandes reservorios llamados “cochas” desde los cuales se redistribuía el agua hacia zonas destinadas a la agricultura o el pastoreo. De los 56 puquios descubiertos, 36 se encuentran en perfectas condiciones y funcionando al día de hoy, eso nos da una idea del avance tecnológico del pueblo Nazca.
Estudios recientes y metodología
Los estudios recientes han utilizado tecnología satelital avanzada para identificar y analizar la estructura de los puquios. Estas imágenes han revelado detalles antes desconocidos sobre la extensión y el diseño del sistema de canales. Además, investigaciones arqueológicas in situ han permitido corroborar estos hallazgos y proporcionar una comprensión más detallada de las técnicas de construcción empleadas por los Nazca.
Comparación con otras civilizaciones
Es interesante comparar los puquios de Nazca con otros sistemas hidráulicos antiguos, como los qanats persas o los acueductos romanos. Los qanats, por ejemplo, también utilizaban canales subterráneos para transportar agua desde acuíferos distantes a zonas áridas, lo que muestra una convergencia en el ingenio humano para resolver problemas similares en diferentes partes del mundo. Sin embargo, los puquios destacan por su adaptación específica a las condiciones geológicas y climáticas de la región andina.
Los Puquios y las Líneas de Nazca
¿Pero qué relación guardan los “puquios”, símbolos tecnológicos indiscutibles de su tiempo, con las icónicas líneas de Nazca? Pues bien, hoy en día está cobrando vida una nueva hipótesis científica que trataría de explicar el origen y, sobre todo, la funcionalidad de las famosas líneas de Nazca, impulsada por la científica italiana Rosa Lasaponara y su equipo, a la luz de sus recientes investigaciones en la zona.
Esta nueva hipótesis señala que las líneas de Nazca podrían haber sido diseñadas para indicar la ubicación exacta de los puquios, es decir, las líneas de Nazca serían una especie de hitos de ubicación geográfica para identificar los “manantiales” subterráneos con los que colindan. Esto se basa en la proximidad de los puquios a los gigantescos geoglifos.
Adiós a la idea del Calendario astronómico
Si esta hipótesis es aceptada por la comunidad científica internacional, se desecharía la hipótesis de que las líneas de Nazca serían un gigantesco calendario astronómico para determinar ciclos y cambios en el clima de la zona, como lo proponía la científica alemana María Reiche, quien dedicó gran parte de su vida al estudio de estos geoglifos.
Las líneas de Nazca y el agua
Lo cierto es que el agua fue siempre un elemento de vital importancia para la Civilización Nazca. Lograron convertir, para asombro del mundo, un territorio seco y desértico (uno de los más secos del planeta) en un lugar habitable y viable para la agricultura, principal fuente de alimentación para el pueblo Nazca, además de proporcionar agua potable para las ciudades. Quizá las líneas de Nazca no fueron sino la forma en que los habitantes de la zona agradecían a sus dioses, a través de ceremonias y rituales, quienes correspondían con densas lluvias en la zona andina que luego aprovecharían con estas intrincadas proezas de ingeniería hidráulica llamadas “puquios”.